¡Hacia la Antártida!

Las pasadas fechas navideñas siempre han sido y serán la excusa perfecta para innumerables reuniones, actos, encuentros y demás, a pesar de que el trabajo no permita disfrutar de los días de descanso que quisiéramos. La verdad es que todo parece relajarse, y el ritmo ralentizado en torno a las festividades, hace posible que dichos eventos se sucedan. Como si la llegada de esos días supusiera alcanzar el oásis soñado en la inmesidad del desierto.

Afortunadamente, este año hemos podido disfrutar de todo ello, y encontrar también en nuestro oásis particular, nuevos capítulos de una aventura increíble que dejamos aparcada en verano. Así, nos hemos vuelto a reunir un par de días, alrededor de una mesa llena de papeles y dados polimorfos para tratar de desentrañar los misterios que rodean al continente helado y a la expedición que la Universidad de Miskatonic envió allí a principios del siglo XX.

Puede que a lo profanos les parezca que ando mal de la cabeza, pero a quienes sepan por dónde van los tiros, ya habrán comprendido que estuvimos disfrutando de un par de buenas sesiones de rol, con el juego de La Llamada de Cthulhu  basado en los mundos del escritor norteamericano H.P. Lovecraft (y del que se supone aparecerá la esperada nueva edición este mismo año).

La tarea como director de juego se ve apoyada en esta ocasión por Shere, que está ejerciendo como co-director; lo que no viene nada mal teniendo en cuenta la densidad de la campaña. Además, nos hemos distribuido los papeles de los dos líderes de la expedición y mientras Shere hace de Profesor Moore (el erudito), yo actúo como Starkweather (el duro).

Últimamente hemos hablado mucho entre nosotros de por qué no jugamos más a menudo, una cuestión de cierta actualidad también en algunos foros. Creo que la respuesta abarca dos aspectos: por una parte, que dirigir una partida de esta envergadura requiere una preparación considerable, siempre y cuando se quiera hacer bien; y, por otro, que conjugar el tiempo libre de 6 personas resulta a veces imposible. Asumiendo ambos factores, hemos compartido nuestro calendario de tiempo libre a través de Google, ya que las dos sesiones de estas navidades han dejado un gran sabor de boca. De esta forma, resulta mucho más fácil visualizar los días en que todos coincidimos para jugar.

Esta aplicación tecnológica para los grupos de jugadores de rol me parece sumamente interesante, y la verdad es que se nos podía haber ocurrido antes. Y la verdad es que no ha sido la única que hemos utilizado en esta campaña. Los jugadores han podido contactar conmigo a través de e-mail para solicitar información de algunos protagonistas. Información que podrían conseguir fácilmente, pero que al mismo tiempo podría ser de gran interés. Tal y como he recibido sus demandas, les he enviado un informe completo atendiéndolas. Y, además, les he facilitado el acceso al texto escrito por Edgar Allan Poe La Narración de Arthur Gordon Pym y que durante el juego, habían conseguido en una librería.

Bien, ¿y por qué hablar ahora de una partida a medias sin dar muchos detalles de la misma? Sólo quería escribir sobre ella porque me he acordado de cómo me gusta dirigir y jugar a rol, y quería compartirlo. E, igualmente, compartir la dificultad para sentarse a una mesa y lo que debemos poner de nuestra parte para hacerlo.

Espero que en unos meses no tenga que escribir que esas dos sesiones que jugamos antes de final de año, quedaron ahí, guardadas en un cajón. Y que los personajes de mis jugadores puedan decir por fin, y de una vez por todas: ¡Hacia la Antártida!

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